Actividad debate grupal
¿Es la dignidad humana un derecho absoluto o puede ser condicionado por la conducta?
"La dignidad humana es inviolable y no depende de factores externos. Sin embargo, ¿puede perderse o limitarse cuando una persona comete actos gravemente inmorales o ilegales (como crímenes de lesa humanidad, terrorismo o corrupción)?"
Desarrollo de la actividad:
Nosotros creemos que la dignidad humana es un derecho absoluto e incondicional porque está presente en todas las personas, sin importar quiénes sean o en qué situación estén. No es algo que se gane ni se pierda; simplemente, todos nacemos con ella por el hecho de ser humanos. A eso se le llama dignidad ontológica, y es la base de todo. Es como el valor que tenemos por ser personas, no importa si somos ricos, pobres, sanos, enfermos, si tomamos buenas decisiones o no. Esa dignidad está siempre, y nadie nos la puede quitar.
Además, está la dignidad moral, que tiene más que ver con cómo actuamos en la vida. O sea, cuando alguien toma decisiones libres y responsables, demuestra su dignidad moral. Pero ojo: aunque alguien se equivoque o haga algo mal, eso no significa que pierda su valor como persona. Su dignidad ontológica sigue intacta. Por eso no podemos justificar que alguien sea maltratado, humillado o excluido, ni siquiera si se equivocó o cometió un delito.
También existe lo que se llama dignidad real, que tiene que ver con cómo vivimos esa dignidad en el día a día. No es lo mismo decir que alguien "tiene dignidad" si vive en condiciones de pobreza extrema o si no tiene acceso a salud, educación o trabajo. Esa dignidad no desaparece, pero no está siendo respetada. Por eso, la sociedad y los gobiernos tienen la obligación de garantizar que todas las personas puedan vivir en condiciones que les permitan desarrollarse con dignidad.
Todo esto no es solo algo que suena bien, sino que está respaldado por los Derechos Humanos. Desde 1948, con la Declaración Universal, se reconoce que todos los seres humanos nacemos libres e iguales en dignidad y derechos. Esto se refleja en tratados internacionales, pactos, leyes, y se usa como base para luchar contra la discriminación, la violencia, la tortura, y todo lo que atente contra el valor de la persona.
En el ámbito de la bioética, que es donde más se ve todo esto en acción (por ejemplo, en hospitales, con pacientes, en investigaciones científicas), también se parte del respeto por la dignidad humana. Acá se cuida que las personas sean tratadas con respeto, especialmente si están en situaciones de vulnerabilidad, como enfermos terminales, personas con discapacidad o niños. Aunque no puedan hablar o decidir por sí mismos, su dignidad sigue estando ahí y merece ser protegida.
Todos nacemos con dignidad: no se gana, no se pierde. Está ahí, siempre. Por eso es incondicional y absoluta. Los derechos humanos existen para proteger esa dignidad: si se niega la dignidad, se caen todos los demás derechos. Incluso en situaciones difíciles (como una enfermedad grave o una condena penal), la dignidad no desaparece: se debe seguir respetando, siempre.
Un ejemplo claro es el trato a los presos. Aunque hayan cometido delitos graves, no se los puede torturar ni humillar, porque siguen siendo personas. Y como personas, tienen dignidad. Negarles eso sería tratarlos como objetos, no como seres humanos.